En la Azotea

Continuo en mi azotea, escuchando musica, leyendo y fumando...

Orgullo

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Praga - Octubre 1994 -(by Manuel Rodríguez)




El reloj sonaba, mientras un suave y tenue rayo de luz aparecía desde el balcón de la habitación hacia lo que parecía ser un montón de ropa amontonada a los pies de la cama... Aun quedaban restos de humo en el aire; y dos manchas de whisky, en el ya de por si sucio suelo, indicaban que había vuelto a ser una de esas noches...

- Uf, ¿que hora es?, dios, otra vez tarde; dijo Iván, con aspecto de no haber descansado. Tengo que afeitarme y lavarme los dientes, si la veo no puedo aparecer así.

Solo permanecía en su mente un pensamiento: encontrarla.
Se miro al espejo, su aspecto desaliñado y su cuerpo mas delgado de lo normal lo estaban convirtiendo en alguien que apenas podía reconocer; el aliento mañanero de tabaco y alcohol le hacían sentir peor de lo que ya estaba, decidió ducharse con agua fría.
Por fin salió del hotel rumbo a su ya rutinario paseo turístico-personal por la ciudad. "Praga es una ciudad demasiado grande e interesante como para ver las cosas una sola vez", se decía a si mismo todos los días, cuando pasaba por la puerta del café en el que había sucedido todo; seguía engañándose.

- ¿Como has podido hacerlo?, dijo Elena, ¡era solo un amigo!, ¿No te das cuenta que de solo te quiero a ti?, ¿acaso no confías en mi?, joder yo te quiero.

Cada palabra de Elena burbujeaba y explotaba en su resacosa cabeza; jamás hubiera creído que el podía estallar así... aun podía notar los nudillos doloridos por los golpes propinados al que tomaba el café frente a ella, en una tarde de diciembre.
Aun recordaba cada minuto de ese fatídico día, cuando volvió al hotel y ella no estaba, cuando encontró la nota en la mesita, aun mojada por sus lágrimas, y cada milímetro de las palabras grabadas en tinta negra sobre el pañuelo: Te quiero, pero quizás no te conozco tanto como pensaba, lo siento.

- Sé que aun me quiere, se que la encontraré; le dijo a su reflejo en el cristal de la cafetería; y continuo su camino para volver a visitar cada rincón en el que habían estado juntos, con la esperanza de encontrarla allí... Se me escapa algo, pero no se que es.

Cabizbajo por Plaza Vieja alzo la cabeza y, tras muchos días sin hacerlo, el corazón pareció volverle a funcionar; aunque no había visto a Elena, sino a su amigo, Alexander, el cual aun tenía el ojo un poco morado, y un par de rozaduras leves en las manos.
Iván se acerco para hablar con el, se sentía aun muy culpable, no debió hacer algo así. Alexander se sorprendió de su presencia...

- Tengo que hablar contigo, le dijo Iván con vergüenza; tengo que pedirte disculpas por mi comportamiento del otro día; no debí, no quería... El peso de la pena y la culpa pudieron con su orgullo y las lágrimas asomaron por sus ojos; lo siento de verdad, dijo, ha sido el mayor error de mi vida…

Alexander, aun con sorpresa, saco de su mochila una servilleta de la cafería en la que discutieron, se la dio, y sin decir nada mas, se fue.
Al principio Iván no sabia que tenia en las manos, pero al ver el logotipo del café en la servilleta, la abrió y vio lo que parecía una fecha escrita a pluma, un poco borrada, una dirección y una hora. Miró la fecha y tras eso su reloj, le quedaban 15 minutos....
Corrió lo máximo que pudo, dejando atrás su chaqueta y sus pensamiento, pensando solo en una persona, hacia la conocida dirección que marcaba la servilleta; ¿Como pude olvidarlo? se dijo a si mismo, seré gilipollas.

12:15, tarde, subiendo las escaleras, ya 16 pisos...
Abrió, sin cuidado, la puerta hacia el tejado, su corazon escitado palpitaba bajo su pecho... pero no habia nadie.
Desilusionado y culpandose a si mismo por su impuntualidad, se sento en un borde de la terraza, viendo a lo lejos la gente pasar; y divagando, poso su mirada a pocos centimetros de su cuerpo, donde encontró escrito: "siempre tarde, te espero en el hotel, te quiero, Elena".